La historia de la podadora; también llamada cortacésped, cortadora de pasto o segadora, es, en realidad, la historia de cómo domesticamos el césped para que fuera más seguro, más bonito y menos trabajoso.
Si hoy das por hecho que un jardín queda “a ras” en minutos, es porque durante casi dos siglos se encadenaron inventos que recortaron tiempo, ruido y accidentes.
Para aterrizarlo, te hablamos desde van Beek en Chile, donde vemos de cerca qué funciona en patios reales, desde el cortacésped del día a día hasta podadoras de altura para arbustos y ramas. Dicho esto, a continuación veremos la historia de la podadora.
Antes del césped perfecto: guadañas, ovejas y tijeras
Antes de 1830, mantener el pasto corto era un trabajo artesanal y agotador. Se usaban guadañas, tijeras de podar y, en grandes extensiones, ovejas.
La calidad dependía del pulso del operario y de cuánto se afilara la hoja. Era lento, irregular y peligroso: una guadaña desafilada rebota, se engancha y multiplica el riesgo de cortes.
En jardines residenciales, el resultado era desigual; en canchas deportivas, casi impracticable mantener el “tapete” uniforme.
Por eso el primer gran salto no fue de energía (manual a motor), sino de mecánica: pasar del corte “a golpes” de una hoja suelta al corte tipo tijera de un cilindro de cuchillas que gira y atrapa el pasto con precisión milimétrica.
1830: La primera podadora de carrete
El inglés Edwin Beard Budding patenta en 1830 la primera podadora de carrete (cilindro). Imagina un tambor con cuchillas helicoidales que giran contra una contracuchilla fija, como unas tijeras gigantes.
El pasto se endereza con un rodillo y se corta limpio. ¿Por qué fue revolucionaria? Porque estandarizó la altura de corte, mejoró la seguridad respecto a guadañas y permitió superficies uniformes en parques y campos deportivos.
Las primeras máquinas eran empujadas a mano, pesadas y de hierro fundido. Aun así, ofrecían una precisión que no existía.
La adopción empezó en jardines públicos, universidades y clubes. En poco tiempo aparecieron versiones más anchas y robustas, incluso con tracción animal (caballos) para grandes áreas.
Desde la práctica: ese “corte a tijera” sigue siendo la referencia cuando un cliente nos pide “acabado de cancha”. En céspedes finos (bermuda o bent), un carrete bien ajustado deja una alfombra que una rotativa doméstica rara vez iguala.
1850–1930: Cadenas, vapor y gasolina
Con el éxito del carrete, llegó la mecánica: engranajes, cadenas y mejoras de transmisión que aligeraron el empuje humano.
A fines del siglo XIX aparecen los primeros cortacéspedes a vapor: potentes, sí, pero pesados, complejos y con mantenimiento exigente. Rápido dan paso a motores de combustión más compactos a inicios del siglo XX.
En la década de 1910-1920 surgen los riding mowers (tipo tractor), que permiten a un operario sentarse y conducir la máquina, multiplicando la productividad en parques, campos de golf y canchas.
En paralelo, el cortacésped de empuje se populariza para hogares con motores cada vez más confiables.
Lo que vemos hoy: la comodidad del “sentado” sigue mandando en superficies grandes. Cuando un condominio nos pide mantenimiento de áreas comunes, solemos combinar tractor para el “bulk” y equipos de empuje para remates cerca de bordes, árboles o juegos infantiles.
1930–1970: Productividad para el hogar
El siguiente punto de inflexión es la electricidad y el cambio de paradigma de corte: de las cuchillas helicoidales a la rotativa (una o dos hojas planas que giran a alta velocidad).
La rotativa toleraba mejor céspedes con piedras o palitos, requería menos ajuste fino y abarató la entrada de millones de hogares al mundo del mantención.
En los 50–60 llegan avances como el mulching (triturar y devolver los recortes como abono), bolsas recolectoras más eficientes y mejoras de seguridad (frenos de cuchilla, protectores).
El ruido y las emisiones seguían siendo el talón de Aquiles de los motores a gasolina, aunque su relación potencia/peso los mantuvo reinando varias décadas.
Tip de terreno: si el cliente prefiere pasto “limpio” sin restos, recomendamos bolsa y un repaso con bordeadora. Si busca suelo más sano y hay tolerancia estética, proponemos mulching: se nota en la resiliencia del césped al verano.
1995–Actualidad: Robots, navegación, sensores y apps
Los robots cortacésped irrumpen a mediados de los 90. Empezaron con perímetros cableados y patrones de navegación simples; hoy incorporan sensores, mapeo avanzado (GPS/RTK/visión), conectividad y apps para programar horarios, zonas y alturas.
El salto de experiencia es brutal: el “trabajo pesado” ocurre mientras no miras. ¿Desapareció el resto? Para nada.
En jardines reales combinamos tecnologías: el robot mantiene la alfombra diaria, mientras equipos de empuje o riding corrigen picos de crecimiento tras lluvias y, muy importante, entran en zonas fuera del alcance del robot (pendientes extremas, pasillos, bordes complejos).
En van Beek seguimos usando con frecuencia podadoras de altura para setos y ramas altas alrededor de cercos y muros. Son de las más largas del mercado chileno y resuelven lo que ningún robot puede: corte en altura con control y seguridad. La durabilidad es clave, y si algo se daña, tener repuestos a buen precio acorta los tiempos muertos y evita improvisaciones peligrosas.
Impacto ambiental y seguridad: lo que aprendimos cortando césped
Toda tecnología trae una contracara. Los motores a gasolina emiten ruido y gases; el eléctrico alivia ambos frentes, a costa de autonomía (cada vez mayor) y gestión de baterías.
Los robots, al trabajar todos los días, recortan muy poco cada vez, lo que reduce estrés del césped y el ruido global del vecindario.
En seguridad, el estándar moderno incluye paros automáticos, protectores y sensores de levantamiento/inclinación.
Aun así, la disciplina operativa manda: revisar el terreno, retirar piedras y juguetes, usar EPP (protección auditiva, lentes, calzado), y nunca introducir la mano con la máquina conectada.
Nota práctica desde van Beek: cuando rematamos perímetros altos, preferimos podadoras de altura con buen balance y arnés. Esa ergonomía reduce la fatiga de hombros y mantiene la precisión del corte, especialmente en jornadas largas.
Cómo elegir tu podadora hoy
Elegir la podadora ideal no es cuestión de marca, sino de escenario:
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Jardines <150 m² y formales (sin pendientes fuertes): eléctrica rotativa o robot con base simple. Si quieres silencio, batería; si hay toma cercana y presupuesto ajustado, cable.
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200–600 m² con bordes y rincones: robot + una rotativa de apoyo para los remates (1×/semana).
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Superficies grandes o césped rústico: riding/tractor para productividad; complementa con empuje para esquinas y juegos.
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Acabado de “cancha”: un carrete bien calibrado marca diferencia, pero exige mantenimiento y césped parejo.
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Bordes altos y setos: no es trabajo del cortacésped. Aquí entran las podadoras de altura (alcance, seguridad y control).
Cuando atendemos jardines altos en Santiago, la herramienta que salva el día es la podadora de altura con buen alcance y cabezal ajustable. Y un consejo que aprendí en van Beek: planifica repuestos (cuchillas, correas, filtros). Tenerlos a mano evita parar la operación por una pieza menor.
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Curiosidades y mitos que me encuentro a pie de jardín
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“El robot me va a dejar líneas perfectas.” No exactamente: su estética es de alfombra continua, no de franjas tipo estadio (eso lo logras con rodillos o carrete).
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“Mulching significa pasto sucio.” Si se hace bien y con frecuencia, no ves restos; ves un suelo más vivo.
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“Más bajo es mejor.” Error común: cortar demasiado bajo estresa el césped y abre la puerta a malezas.
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“Las podadoras de altura sirven para pasto.” No: son para arbustos y ramas en altura. Complementan al cortacésped, no lo sustituyen.
Te invitamos a leer: Consejos para cuidar tu jardín
Glosario rápido de sinónimos
Término |
Dónde se usa más |
Nota |
Cortacésped / Podadora de césped |
ES, Cono Sur |
Genérico estándar |
Cortadora de pasto |
Chile, Argentina, Uruguay |
Muy común en retail |
Segadora |
España |
También en agrícola |
Chapeadora |
Caribe, norte de Sudamérica |
Suele referir a desbrozadora |
Podadora de altura |
LATAM |
Para setos/ramas altas, no césped |
De interés: ¿Qué diferencia hay entre una podadora y una desbrozadora?
FAQ rápida sobre historia y uso moderno
¿Quién inventó la podadora y cuándo?
La primera podadora de carrete la patentó Edwin Budding en 1830 en Inglaterra.
¿Cuándo aparecieron las rotativas y por qué ganaron terreno?
Se popularizan con la electricidad y mejoran por su robustez ante residuos y menor necesidad de ajuste fino.
¿Cuál fue el primer gran hito “moderno”?
El salto a motores de combustión a principios del siglo XX y los riding mowers para grandes superficies.
¿Desde cuándo hay robots?
Desde mediados de los 90. Hoy integran sensores, GPS/RTK, apps y trabajan en silencio.
¿Mulching sí o no?
Sí, si cortas frecuente y aceptas un look “natural”. Mejora el suelo y reduce bolsas.
¿Qué hago con bordes altos y setos?
No es trabajo del cortacésped. Usa podadora de altura; en mi experiencia con van Beek, el alcance y repuestos disponibles marcan la diferencia.
Visita: ¿Vale la pena una desbrozadora?
Conclusión de la historia de la podadora
La podadora evolucionó de la guadaña al robot conectado para resolver el mismo problema: uniformidad, seguridad y tiempo.
No hay máquina perfecta para todo, pues hay combinaciones inteligentes según superficie, pendientes, bordes y expectativas estéticas.
En jardines reales, un robot bien configurado, una rotativa para remates y una podadora de altura para setos te dan el 90% del resultado con el 50% del esfuerzo. Y si cuidas el mantenimiento (y tienes repuestos a mano), la historia siempre termina igual: césped sano, equipo seguro y vecinos contentos.